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Ansiedad
Todas las personas saben lo que es sentir ansiedad: los hormigueos en el estómago antes de la primera cita, la tensión que usted siente cuando su jefe está enojado, la forma en que su corazón late si usted está en peligro. La ansiedad lo incita a actuar. Lo anima a enfrentarse a una situación amenazadora. Lo hace estudiar más para ese examen y lo mantiene alerta cuando está dando un discurso. En general, lo ayuda a enfrentarse a las situaciones.
Pero si usted sufre de trastorno de ansiedad, esta emoción normalmente útil puede dar un resultado precisamente contrario: evita que usted se enfrente a una situación y trastorna su vida diaria. Los trastornos de ansiedad no son sólo un caso de "nervios". Son enfermedades frecuentemente relacionadas con la estructura biológica y las experiencias en la vida de un individuo y con frecuencia son hereditarias. Existen varios tipos de trastornos de ansiedad, cada uno con sus características propias.
Un trastorno de ansiedad puede hacer que se sienta ansioso casi todo el tiempo sin ninguna causa aparente. O las sensaciones de ansiedad pueden ser tan incómodas que, para evitarlas, usted hasta suspenda algunas de sus actividades diarias. O usted puede sufrir ataques ocasionales de ansiedad tan intensos que lo aterrorizan e inmovilizan.
Muchas personas confunden estos trastornos y piensan que los individuos deberían sobreponerse a los síntomas usando tan sólo la fuerza de voluntad. El querer que los síntomas desaparezcan no da resultado, pero hay tratamientos que pueden ayudarlo.
Trastorno de Ansiedad por Separación
Es una ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo de la persona, concerniente a su separación respecto del hogar o de las personas con quienes está vinculado, puesta de manifiesto por tres (o más) de los siguientes circunstancias:
- Malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se anticipa una separación respecto del hogar o de las principales figuras vinculadas.
- Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las principales figuras vinculadas o a que éstas sufran un posible daño.
- Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso dé lugar a la separación de una figura vinculada importante (Ej. extraviarse o ser secuestrado)
- Resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a cualquier otro sitio por miedo a la separación.
- Resistencia o miedo persistente o excesivo en casa solo o sin las principales figuras vinculadas , o sin adultos significativos en otros lugares.
- Negativa o resistencia persistente a ir a dormir sin tener cerca una figura vinculada importante o ir a dormir fuera de casa.
- Pesadillas repetidas con temática de separación.
- Quejas repetidas de síntomas físicos (como cefaleas, dolores abdominales, nauseas o vómitos) cuando ocurre o se anticipa la separación respecto de figuras importantes de vinculación.
La duración del trastorno es de por lo menos 4 semanas. La duración del trastorno es de por lo menos 4 semanas. El inicio se produce antes de los 18 años. La alteración provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, académico (laboral) o de otras áreas importantes de las actividades del individuo.
Trastorno de Ansiedad Generalizada
El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es mucho más de lo que una persona normal con ansiedad experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónicas aún cuando nada parece provocarlas. El padecer de este trastorno significa anticipar siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces, la raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en pasar el día provoca ansiedad.
Las personas que padecen de TAG no parecen poder deshacerse de sus inquietudes aún cuando generalmente comprenden que su ansiedad es mas intensa de lo que la situación justifica. Quienes padecen de TAG también parecen no poder relajarse. Frecuentemente tienen trabajo en conciliar el sueño o en permanecer dormidos. Sus preocupaciones van acompañadas de síntomas físicos, especialmente temblores, contracciones nerviosas, tensión muscular, dolores de cabeza, irritabilidad, transpiración o accesos de calor. Pueden sentirse mareadas o que les falta el aire. Pueden sentir náusea o que tienen que ir al baño frecuentemente. O pueden sentir como si tuvieran un nudo en la garganta.
La depresión frecuentemente acompaña a los trastornos de ansiedad y, cuando esto sucede, también debe atenderse. Los sentimientos de tristeza, apatía o desesperanza, cambios en el apetito o en el sueño así como la dificultad en concentrarse que frecuentemente caracterizan a la depresión pueden ser tratados con efectividad con medicamentos antidepresivos o, dependiendo de la severidad del mal, con psicoterapia. Algunas personas responden mejor a una combinación de medicamentos y psicoterapia. El tratamiento puede ayudar a la mayoría de las personas que sufren de depresión.
Muchos individuos con TAG se sobresaltan con mayor facilidad que otras personas. Tienden a sentirse cansados, les cuesta trabajo concentrarse y a veces también sufren de depresión.
Por lo general, el daño asociado con TAG es ligero y las personas con ese trastorno no se sienten restringidas dentro del medio social o en el trabajo. A diferencia de muchos otros trastornos de ansiedad, las personas con TAG no necesariamente evitan ciertas situaciones como resultado de su trastorno. Sin embargo, si éste es severo, el TAG puede ser muy debilitante, resultando en dificultad para llevar a cabo hasta las actividades diarias más simples.
El TAG se presenta gradualmente y afecta con mayor frecuencia a personas en su niñez o adolescencia, pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre en los familiares de las personas afectadas. Se diagnostica cuando alguien pasa cuando menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas diarios.
Trastorno Obsesivo-compulsivo
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno caracterizado por presentar pensamientos o rituales de ansiedad que usted siente que no puede controlar. Si usted padece de TOC, como se le conoce, puede estar plagado de pensamientos o imágenes persistentes indeseables o por la necesidad urgente de celebrar ciertos ritos.
Usted puede estar obsesionado con los gérmenes o la mugre y en ese caso se lava las manos una y otra vez. Puede estar lleno de dudas y sentir la necesidad de reconfirmar las cosas repetidamente. Puede estar preocupado por pensamientos de violencia y teme hacer daño a las personas que están cerca de usted. Puede pasar largos períodos de tiempo tocando las cosas o contando; puede estar preocupado por el orden y la simetría; puede tener pensamientos persistentes de llevar a cabo actos sexuales que le son repugnantes; o puede afligirle tener pensamientos que van contra su religión.
Los pensamientos o las imágenes preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para tratar de prevenirlas o disiparlas se llaman impulsos. No es placentero celebrar estos ritos que se siente obligado a hacer; únicamente siente descanso temporal de la incomodidad causada por la obsesión.
Muchas personas saludables pueden aceptar tener algunos de estos síntomas de TOC, tales como revisar la estufa varias veces antes de salir de la casa. Pero se diagnostica el trastorno únicamente cuando dichas actividades consumen cuando menos una hora al día, son muy angustiosas o interfieren con la vida diaria.
Muchos adultos con este problema de salud reconocen que lo que están haciendo no tiene sentido pero no pueden evitarlo. Sin embargo, muchas personas, especialmente niños con TOC, pueden no comprender que su comportamiento está fuera de lo normal.
El TOC afecta a hombres y a mujeres aproximadamente en igual número y aflige a más o menos 1 de cada 50 personas. Puede aparecer en la niñez, en la adolescencia o en la edad madura pero como promedio se detecta en los jóvenes o en los adultos jóvenes. Un tercio de los adultos con TOC experimentaron sus primeros síntomas en la niñez. El curso que sigue la enfermedad es variable; los síntomas pueden ir y venir, mitigarse por un tiempo o empeorar progresivamente. La evidencia de que se dispone sugiere que el TOC puede venir de familia.
La depresión u otros trastornos de ansiedad pueden acompañar al TOC. Además, algunas personas con TOC sufren de trastornos alimenticios. También pueden evitar las situaciones en las cuales tengan que enfrentarse a sus obsesiones. O pueden tratar, sin éxito, de usar alcohol o drogas para calmarse. Si el TOC se agrava seriamente puede interponerse entre una persona y su empleo o evitar que esa persona asuma responsabilidades normales en su casa, pero por lo general no llega a esos extremos.
Trastorno por estrés post-traumático
El trastorno por estrés postraumático (TEPT) es una condición debilitante que sigue a un evento de terror. Frecuentemente, las personas que sufren de TEPT tienen persistentemente memorias y pensamientos espantosos de su experiencia y se sienten emocionalmente paralizadas, especialmente hacia personas que antes estuvieron cerca de ella. El TEPT, conocido antes como sobresalto por proyectil o fatiga de batalla, fue traída a la atención pública por los veteranos de guerra pero puede ser el resultado de varios otros incidentes traumáticos. Incluyen rapto, graves accidentes como choques de automóviles o de trenes, desastres naturales como inundaciones o temblores, ataques violentos tales como asaltos, violaciones o tortura, o ser plagiado. El evento que desata este trastorno puede ser algo que amenace la vida de esa persona o la vida de alguien cercano a ella. O bien, puede ser algo que vio, como por ejemplo la destrucción en masa después de la caída de un avión.
Cualquiera que sea la razón del problema, algunas personas con TEPT repetidamente vuelven a vivir el trauma en forma de pesadillas y recuerdos inquietantes durante el día. Pueden también experimentar problemas de sueño, depresión, sensación de indiferencia o de entumecimiento o se sobresaltan fácilmente. Pueden perder el interés en cosas que antes les causaban alegría y les cuesta trabajo sentir afecto. Es posible que se sientan irritables, más agresivas que antes o hasta violentas. El ver cosas que les recuerdan el incidente puede ser molesto, lo que podría hacerles evitar ciertos lugares o situaciones que les traigan a la mente esas memorias. Los aniversarios de lo que sucedió frecuentemente son muy difíciles.
El TEPT puede presentarse en cualquier edad, incluyendo la niñez. El trastorno puede venir acompañado de depresión, de abuso de substancias químicas o de ansiedad. Los síntomas pueden ser ligeros o graves; las personas pueden irritarse fácilmente o tener violentos arranques de cólera o de mal humor. En casos severos, los afectados pueden tener dificultad para trabajar o para socializar. En general, los síntomas pueden ser peores si el evento que los ocasiona fue obra de una persona, como en el caso de violación, a comparación de uno natural como es una inundación.
Los eventos ordinarios pueden traer el trauma a la mente e iniciar recuerdos retrospectivos o imágenes intrusas. Un recuerdo retrospectivo puede hacer que la persona pierda contacto con la realidad y vuelva a vivir el evento durante un período de unos segundos o por horas o, muy raramente, por días. Una persona que tiene recuerdos retrospectivos que pueden presentarse en forma de imá genes, sonidos, olores o sensaciones, generalmente cree que el evento traumático está volviendo a repetirse.
No todas las personas traumatizadas sufren un verdadero caso de TEPT o experimentan TEPT en lo absoluto. Se diagnostica TEPT únicamente si los síntomas duran más de un mes. En aquellas personas que tienen TEPT, los síntomas generalmente comienzan tres meses después del trauma y el curso de la enfermedad varía. Hay quienes se recuperan dentro de los siguientes 6 meses; a otros, los síntomas les duran mucho más tiempo. En algunos casos, la condición puede ser crónica. Ocasionalmente, la enfermedad no se detecta sino hasta varios años después del evento traumático.
Fobia
Una persona con una fobia tiene intensos síntomas de ansiedad como los descritos en la sección de Pánico que suelen surgir en determinados momentos ante situaciones particulares consideradas como amenazantes. En otros momentos los pacientes no suelen sentirse ansiosos. Si usted tiene una fobia a los perros, usted se sentirá bien si no hay perros a su alrededor. Si a usted le asustan las alturas, usted se sentirá bien a nivel de tierra. Si usted no puede afrontar situaciones sociales, usted se sentirá tranquilo cuando no exista gente a su alrededor.
Una fobia suele conducir a quien la sufre a evitar aquellas situaciones en las que se siente ansioso y esto hará que la fobia empeore según transcurre el tiempo. También puede dar lugar a que la vida de la persona llegue a estar progresivamente dominada por las precauciones que tiene que tomar para evitar las situaciones que teme. Los que sufren fobias generalmente saben que no existe un peligro real y que su miedo es irracional e injustificado y como consecuencia pueden sentirse estúpidos sobre sus temores ya que son incapaces de controlarlos. Una fobia es más probable que desaparezca si ha comenzado tras un acontecimiento estresante o traumático.
Cerca de una de cada diez personas tendrá ansiedad patológica o fobias en algún momento de su vida. Sin embargo, la mayoría de ellos nunca solicitará tratamiento al respecto.
Fobia específica
Muchas personas experimentan fobias específicas, miedos intensos e irracionales a ciertas cosas o situaciones; algunos de los más comunes son: perros, espacios cerrados, alturas, escaleras eléctricas, túneles, manejar en carreteras, agua, volar y heridas que produzcan sangre. Las fobias no son únicamente miedo extremo, son miedo irracional. Usted puede esquiar en las montañas más altas con toda facilidad pero siente pánico de subir al 10º piso de un edificio de oficinas. Los adultos con fobias comprenden que sus miedos son irracionales pero frecuentemente enfrentarse a los objetos o a las situaciones que las ocasionan o siquiera pensar en enfrentarlos, ocasiona un ataque de pánico o ansiedad severa.
Las fobias específicas atacan a más de una de cada diez personas. Nadie sabe exactamente qué las ocasiona aunque parece que son hereditarias y que son más comunes en las mujeres. Generalmente las fobias aparecen primero en la adolescencia o en la edad adulta. Comienzan repentinamente y tienden a ser más persistentes que las que se inician en la niñez; de las fobias de los adultos únicamente más o menos el 20 por ciento desaparecen solas. Cuando los niños tienen fobias específicas, por ejemplo, miedo a los animales, esos miedos por lo general desaparecen con el tiempo aunque pueden extenderse a la edad adulta. Nadie sabe por qué persisten en algunas personas y desaparecen en otras.
Las personas con fobias no sienten la necesidad de recibir tratamiento, si les es fácil evitar lo que les causa miedo. Sin embargo, en ocasiones tendrán que tomar decisiones importantes en su carrera o en lo personal para evitar una situación que les produzca fobia.
Cuando las fobias interfieren con la vida de una persona, el tratamiento puede servir de ayuda.
Fobia social
La fobia social es un miedo intenso de llegar a sentirse humillado en situaciones sociales, especialmente de actuar de tal modo que se coloque uno en una situación vergonzosa frente a las demás personas. Frecuentemente es hereditaria y puede estar acompañada de depresión o de alcoholismo. La fobia social frecuentemente comienza alrededor del principio de la adolescencia o aún antes.
Si usted sufre de fobia social tiene la idea de que las otras personas son muy competentes en público y que usted no lo es. Pequeños errores que usted cometa pueden parecerle mucho más exagerados de lo que en realidad son. Puede parecerle muy vergonzoso ruborizarse y siente que todas las personas lo están mirando. Puede tener miedo de estar con personas que no sean las más allegadas a usted. O su miedo puede ser más específico, como el sentir ansiedad si tiene que dar un discurso, hablar con un jefe o alguna otra persona con autoridad, o bien aceptar una invitación. La fobia social más común es el miedo de hablar en público. En ocasiones, la fobia social involucra un miedo general a situaciones sociales tales como fiestas. Menos frecuente es el miedo de usar un baño público, comer fuera de casa, hablar por teléfono o escribir en presencia de otras personas.
Aunque este trastorno frecuentemente se confunde con timidez, no son lo mismo. Las personas tímidas pueden sentirse muy incómodas cuando están con otras personas, pero no experimentan la extrema ansiedad al anticipar una situación social y no necesariamente evitan circunstancias que las haga sentirse cohibidas. En cambio, las personas con una fobia social no necesariamente son tímidas. Pueden sentirse totalmente cómodas con otras personas la mayor parte del tiempo, pero en situaciones especiales, como caminar en un pasillo con personas a los lados o dando un discurso, pueden sentir intensa ansiedad. La fobia social trastorna la vida normal, interfiriendo con una carrera o con una relación social. Por ejemplo: un trabajador puede dejar de aceptar un ascenso en su trabajo por no poder hacer presentaciones en público. El miedo a un evento social puede comenzar semanas antes y los síntomas pueden ser muy agotadores.
Las personas con fobia social comprenden que sus sensaciones son irracionales. Sin embargo, experimentan una gran aprensión antes de enfrentarse a la situación que temen y harán todo lo posible para evitarla. Aún cuando puedan enfrentarse a lo que temen, generalmente sienten gran ansiedad desde antes y están muy incómodas todo el tiempo. Posteriormente, las sensaciones desagradables pueden continuar con la preocupación de haber sido juzgados o con lo que los demás hayan pensado u observado respecto a ellos.
Aproximadamente el 80 por ciento de las personas que sufren de fobia social encuentran alivio a sus síntomas cuando se les da tratamiento de terapia de comportamiento cognoscitivo, de medicamentos, o una combinación de ambos. La terapia puede involucrar aprender a ver los eventos sociales en forma diferente; exponerse a una situación social aparentemente amenazadora de tal manera que les sea más fácil enfrentarse a ella; además, aprender técnicas para reducir la ansiedad, adquirir habilidades sociales y practicar técnicas de relajamiento.
Agorafobia
La Agorafobia es la angustia de encontrarse en lugares o situaciones en las que puede ser difícil escaparse o bien puede resultar incómodo socialmente tener que marchar por miedo a perder el control de uno mismo.
A veces el miedo es que pueda aparecer una crisis de pánico por sorpresa. En general, este miedo se relaciona con lugares públicos, cerrados, incluso en el hogar, haciendo colas, etc. En otras ocasiones, el miedo es simplemente la anticipación de que pueda volver a producirse una crisis de pánico en un lugar donde previamente se sufrió una. Es precisamente esa angustia la que ayuda a desarrollar un comportamiento de evitación que va limitando la movilidad en la vida cotidiana. En otros casos, esta limitación no es tan evidente debido a que el agorafóbico consigue trasladarse no sin sufrir en gran manera, o bien por el hecho de haber organizado en su entorno todo un dispositivo de acompañantes que le ayuden a superar su incapacidad para ir solo.
La mayoría de personas que sufren esta enfermedad no tienen una conciencia clara de que muchos de los síntomas que padecen, tanto de orden físico como psíquico, tienen todos ellos un nexo común. Algunas no perciben que este malestar puede ser algo denominado mido.
Originalmente el concepto de Agorafobia hacia referencia al miedo intenso a los espacios abiertos. En la actualidad este término incluye la presencia de alguno de los siguientes síntomas:
- Miedo a salir solo/a del hogar o a alejarse del mismo
- Miedo a situaciones o lugares en donde escapar pueda resultar dificultoso o avergonzante. Por ejemplo un estadio de fútbol o un cine repleto donde la salida se encuentre obstruida o exista dificultad para "huir" en forma inmediata
- Miedo a lugares o situaciones que, en el caso de padecer un ataque de pánico, no pueda disponerse de ayuda inmediata
- Miedo a viajar en tren , aviones, automóviles o autobuses. En este caso el temor suele ser proporcional a la distancia que se encuentra del hogar o del lugar donde la persona se sienta segura. Cuanto mas lejos del "hogar" mas miedo o angustia
- Miedo a cruzar la calle
- Miedo a encontrarse en medio de multitudes o embotellamientos de tránsito en donde la vuelta a un lugar "seguro" (generalmente el hogar) sea dificultosa de realizar en forma inmediata
Este trastorno, en grado severo, es sumamente incapacitante y dificulta el normal desempeño de las tareas habituales ya sean laborales, familiares o sociales. Por ejemplo: incapacidad para asistir al trabajo o realizarlo con gran esfuerzo acompañado/a por una persona que dé seguridad. En las mujeres es frecuente que no puedan ir a realizar las compras diarias sin la compañía de alguien. En las formas muy severas de Agorafobia suele haber una incapacidad absoluta de salir del hogar e incluso de permanecer en el mismo sin el acompañamiento de seres queridos que le brinden seguridad.
Es importante recalcar que aproximadamente el 90% de los pacientes que sufren de Agorafobia sufren también, de Trastorno de pánico. Se cree que esto es debido a que el pánico es el desencadenante de la agorafobia en la mayor parte de los casos, ya que lo que se experimenta es un gran temor a padecer una Crisis de Pánico fuera de casa, sin compañía o en un lugar o situación en la cual el acceso a "ayuda" este dificultado o bloqueado. El concepto de "ayuda" es muy variado pero en general hace referencia a volver al hogar, al automóvil o encontrarse con personas con las cuales se sienten protegidas y seguras.
Claustrofobia
La Claustrofobia es un miedo intenso a los lugares cerrados. El Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV, APA, 1994) la clasifica dentro de los Trastornos de ansiedad como una Fobia Específica, es decir, un miedo intenso y específico a situaciones y objetos concretos. Cuando la persona se enfrenta a ese objeto o situación experimenta ansiedad intensa de forma inmediata. La persona tiende a evitar la situación fóbica, aunque reconoce que el miedo es excesivo o irracional. Se realiza el diagnóstico de fobia específica sólo si la fobia interfiere significativamente en la vida cotidiana del individuo. Dado que la claustrofobia es un miedo a los espacios cerrados, las situaciones que se evitan son ascensores, túneles, el metro, habitaciones pequeñas, técnicas de diagnóstico médico como las tomografías, etc. La persona no teme la situación en sí misma, sino las posibles consecuencias negativas de estar en ese sitio. Los miedos más frecuentes son quedarse encerrado o la asfixia (Rachman, 1997). La mayoría de los espacios claustrofóbicos conllevan un riesgo de quedarse encerrado (por ejemplo en un ascensor) y una restricción de movimientos, por lo que las personas con claustrofobia suelen sentirse muy vulnerables cuando se restringen sus movimientos. El miedo a la asfixia suele aparecer porque las personas creen que no hay suficiente aire en un espacio cerrado.
Cuando una persona que sufre este problema anticipa que va a entrar o entra en un espacio cerrado experimenta una reacción de ansiedad intensa (falta de aire, palpitaciones, mareo, etc.). Debido a esto, normalmente se evitan los espacios cerrados. Por ejemplo, subir por las escaleras 12 pisos antes de usar un ascensor, negarse a que le practiquen una tomografía incluso cuando es necesario, no utilizar el tren o el metro, etc. Como en otras fobias específicas, la respuesta de ansiedad disminuye considerablemente cuando la persona abandona el sitio cerrado.
Entre un 2 y un 5% de la población general sufre claustrofobia. Su inicio se asocia normalmente con haber vivido una experiencia desagradable en un espacio cerrado (por ejemplo, quedarse encerrado en un ascensor). Sin embargo, el miedo a los espacios cerrados también se puede adquirir indirectamente, por recibir información sobre experiencias desagradables en espacios cerrados o ver a alguien pasar por una experiencia de este tipo (Rachman, 1997).
Pánico
Síntomas de un ataque de pánico: |
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Quienes padecen de trastornos de pánico experimentan sensaciones de terror que les llegan repentina y repetidamente sin previo aviso. No pueden anticipar cuando les va a ocurrir un ataque y muchas personas pueden manifestar ansiedad intensa entre cada uno al preocuparse de cuando y donde les llegará el siguiente. Entre tanto, existe una continua preocupación de que en cualquier momento se va a presentar otro ataque.
Cuando llega un ataque de pánico, lo más probable es que usted sufra palpitaciones y se sienta sudoroso, débil o mareado. Puede sentir cosquilleo en las manos o sentirlas entumecidas y posiblemente se sienta sofocado o con escalofríos. Puede experimentar dolor en el pecho o sensaciones de ahogo, de irrealidad o tener miedo de que suceda una calamidad o de perder el control. Usted puede, en realidad, creer que está sufriendo un ataque al corazón o de apoplejía, que está perdiendo la razón o que está al borde de la muerte. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora aún durante la noche al estar dormido, aunque no esté soñando. Mientras casi todos los ataques duran aproximadamente dos minutos, en ocasiones pueden durar hasta 10 minutos. En casos raros pueden durar una hora o más.
El trastorno de pánico ataca cuando menos al 1.6 por ciento de la población y es doblemente más común en las mujeres que en los hombres. Puede presentarse a cualquier edad, en los niños o en los ancianos, pero casi siempre comienza en los adultos jóvenes. No todos los que sufren ataques de pánico terminan teniendo trastornos de pánico; por ejemplo, muchas personas sufren un ataque y nunca vuelven a tener otro. Sin embargo, para quienes padecen de trastornos de pánico es importante obtener tratamiento adecuado. Un trastorno así, si no se atiende, puede resultar en invalidez.
El trastorno de pánico frecuentemente va acompañado de otros problemas tales como depresión o alcoholismo y puede engendrar fobias, relacionadas con lugares o situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido. Por ejemplo, si usted experimenta un ataque de pánico mientras usa un elevador, es posible que llegue a sentir miedo de subir a los elevadores y posiblemente empiece a evitar usarlos.
Las vidas de algunas personas han llegado a hacerse muy restringidas porque evitan actividades diarias normales como ir al mercado, manejar un vehículo o, en algunos casos hasta salir de su casa. O bien, pueden llegar a confrontar una situación que les causa miedo siempre y cuando vayan acompañadas de su cónyuge o de otra persona que les merezca confianza. Básicamente, evitan cualquier situación que temen pueda hacerlas sentirse indefensas si ocurre un ataque de pánico. Cuando, como resultado de este mal, las vidas de las personas llegan a ser tan restringidas como sucede en casi una tercera parte de las personas que padecen de trastornos de pánico, se le llama agorafobia. La tendencia hacia trastornos de pánico y agorafobia tiende a ser hereditario. Sin embargo un tratamiento oportuno al trastorno de pánico puede frecuentemente detener el progreso hacia la agorafobia.
Trastorno de Ansiedad debido a enfermedad.
La ansiedad prominente, las crisis de angustia o las obsesiones o compulsiones predominan en el cuadro clínico.
A partir de la historia clínica, de la exploración física o de las pruebas de laboratorio se demuestra que las alteraciones son la consecuencia fisiológica directa de una enfermedad médica.
Estas alteraciones no pueden explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno adaptativo con ansiedad en el que el agente estresante es una enfermedad médica grave).
Estas alteraciones no aparecen exclusivamente en el transcurso de un delirium.
Estas alteraciones provocan un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Especificar si:
Con ansiedad generalizada: cuando predomina una ansiedad o preocupación excesivas centradas en múltiples acontecimientos o actividades.
Con crisis de angustia: cuando predominan las crisis de angustia.
Con síntomas obsesivo-compulsivos: cuando predominan las obsesiones o las compulsiones en la presentación clínica.
Trastorno de Ansiedad Inducido por Sustancias.
A partir de la historia clínica, de la exploración física o de las pruebas de laboratorio se demuestra que 1 o 2 :
- Los síntomas aparecen durante la intoxicación o abstinencia o en el primer mes siguiente.
- El consumo de medicamentos está relacionado etiológicamente con la alteración
La alteración no se explica mejor por la presencia de un trastorno de ansiedad no inducido por sustancias. Entre las pruebas que demuestran que los síntomas pueden atribuirse más correctamente a un trastorno de ansiedad no inducido por sustancias se incluyen las siguientes: la aparición de los síntomas precede al consumo de la sustancia (o medicamento); los síntomas persisten durante un tiempo considerable (p. ej., alrededor de 1 mes) después del final del período agudo de intoxicación o de abstinencia, o son claramente excesivos en comparación con los que cabría esperar teniendo en cuenta el tipo o la cantidad de sustancia consumida o la duración de este consumo; o existen otras pruebas que sugieren la existencia de un trastorno de ansiedad independiente no inducido por sustancias (p. ej., una historia de episodios de carácter recidivante no relacionados con sustancias).
La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de un delirium.
La alteración provoca un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Nota: Sólo debe efectuarse este diagnóstico en vez del de intoxicación o abstinencia cuando los síntomas de ansiedad son claramente excesivos en comparación con los que cabria esperar en una intoxicación o una abstinencia y cuando son de suficiente gravedad como para merecer una atención clínica independiente.
El trastorno de ansiedad inducido por (sustancia específica)
Alcohol
Alucinógenos
Anfetamina (o sustancias similares)
Cafeína
Cannabis
Cocaína
Fenciclidina (o derivados)
Inhalantes
Sedantes, hipnóticos o ansiolíticos
Otras sutancias (o desconocidas)
Miedos Infantiles
Hay niños que tienen miedos inexplicables. Sin que nadie los haya asustado con figuras monstruosas, con la oscuridad o con que se ahogan, ellas demuestran temer la oscuridad, el mar, el río, las armas. Se les ponen los pelos de punta y corren a la falda de los padres, o se quedan paradas, llorando alto, frente a determinadas situaciones. Hay incluso bebitos que duermen tranquilos en la falda materna. La madre los acuesta en la cunita, los besa dulcemente y los cubre, llena de cariño. Sin embargo, cuando se retira de la habitación y apaga a luz, ellos se despiertan gritando, con tremendo pavor, y demoran para calmarse posteriormente. Algunos niños tienen dificultades con la oscuridad. No consiguen entrar en un lugar que esté oscuro, incluso acompañados. Registran su desagrado agarrándose a las manos de quien esté con ellos y así mismo, lloran, y piden con insistencia para que enciendan la luz. Algunos padres, con el deseo que sus hijos crezcan sin miedos, los obligan a enfrentar tales situaciones, llamándolos de maricas, bobos y otros adjetivos aún más infelices. Obligan al hijo a entrar en una habitación oscura para buscar y recoger algún objeto, adrede, y se enfurecen si el niño llora, grita y no hace lo que le han pedido. Para vencer el miedo al agua, entran en el mar, río o piscina con el hijo en los brazos, obligándolo a quedarse allí. El niño llega al desespero, arañando y gritando con pavor.
El niño deberá ser llevado, poco a poco, con mucho cuidado, a entender que ahora está seguro. Los padres podrán afirmarle esto, muchas y muchas veces, diciéndole que lo aman y que lo protegerán. Que él no precisa temer a la oscuridad, pues ésta desaparece cuando encendemos la luz. Llevarla al mar, para mojar sus pies despacito, jugar en la arena y, poco a poco, irle hablando de la necesidad de tener prudencia, pero también, que no hay motivo para tanto miedo. Tal vez llevar al hijo a piscinas poco profundas y allí quedarse con él, incentivándolo a jugar en el agua. Jamás, en ninguna circunstancia, reírse de sus temores o calificarlo de forma negativa. No le fallemos en los momentos más importantes. Ayudémosle a superar sus dificultades, con tranquilidad. No nos importe el aplauso del mundo, ni si él no ostentará jamás las medallas del hombre más corajudo o del mejor nadador. Lo importante es que se convierta en un hombre equilibrado, superando las dificultades una a una, seguro y feliz.
Bibliografía y fuentes de información:
- NIMH (Instituto Nacional de Salud Mental - USA) www.nimh.nih.gov - Grupo de Investigación en Psicopatología y Psicología Clínica - DSM-IV - Momento espírita - Diversos websites relacionados